viernes, 11 de junio de 2010

Lujuria callada por la vida...

Hoy estoy cansado... y eso que tengo la ventana de la cocina ante mí y me invita a un infinito de mar a lo lejos... desde ella algunos días se ve Fuerteventura... incluso Lanzarote si el tiempo está muy claro y el día muy bueno y si mi estúpida miopía no me impide verla. Hoy tengo los ojos abiertos pero es como si los tuviera cerrados. Hoy como chocolate con desgana, sin el placer de comerlo habitual, se me hace cansino bajar al sótano a trabajar el barro, aburrida la tele, insulsa la jodida revista de cine, vacía la bandeja de entrada del correo electrónico, monótono ese jodido perfil... Pero es sólo hoy... y sólo a ratos... y me quejo na más que ahora y no me da la gana de quejarme más. Porque mañana el mar desde la ventana de mi cocina me parecerá el más bonito del mundo mundial, veré Lanzarote, Fuerteventura, San Borondón y hasta Jamaica (esto último en función de lo que fume), tendré los ojos muy abiertos y me negaré a parpadear ante tanta belleza (no quiero perderme nada), terminaré la dichosa vasija "troncocónica" tradicional... sólo me queda pulirla un poco y me sigue asombrando la alquimia de convertir barro en oro, comeré de nuevo chocolate, y uvas frescas, y sandía, y manzanas rojas, y yogur de ese desnatado que no sabe a nada pero qué rico que está, y veré la tele sólo si quiero y si la gente que está en ella no se grita, leeré la revista para buscar una buena película que ver en la noche, escribiré para que me escriban y pediré mensajes de amor, pondré mi foto de hombre "guapo" en ese dichoso perfil... mañana no me quejaré... Mañana, como dice Don Juan tendré "lujuria callada por la vida y por todas las cosas de la vida"

Hace tiempo escribí esto... a ver si me llega mañana:


¡Joder, necesito con urgencia una revolución!... no… no seas ilusa y pienses que hablo de una “revolución en mi vida”… eso sería demasiado previsible y a todas luces insuficiente… no… necesito una REVOLUCIÓN de verdad, una REVOLUCIÓN real, es decir: necesito un Mayo del 68.

¡Por Dios salgamos a la calle!, aunque seamos sólo tú y yo… seguro que alguien más se nos une… ¡gritemos!, te aseguro que todo es posible… ¡Salgamos a la calle amor!, salgamos con esas dos banderas y compremos claveles, o rosas, o margaritas, o robemos las flores de la vecina ¡me da igual!… entreguémoslas a los asustados peatones, limpiemos los parabrisas de los coches con la banderas, hagamos la revolución aunque seamos pocos (y cobardes), seguro que alguien más se nos une; seguro que el mendigo se pone de nuestro lado, y la chica de la pescadería… seguro que aquella anciana que espera en la esquina se acerca aunque sea sólo para mirarnos… ¡Salgamos a la calle!, ¡despierta amor!... si pasamos por la escuela seguro que el maestro nos sigue y que los niños volverán a sentir la sorpresa y algarabía de un día festivo que no estaba en el calendario… ¿y qué me dices de los albañiles? Más de uno se descolgará del andamio y vendrá con nosotros… su carretilla la pondremos en la cabeza de este cortejo… ¡Salgamos ya! ¿para qué esperar?... espabílate amor y sígueme… también lo hará tu madre, y el perro, y la hija de la vecina que abandonará esos estúpidos libros… pasemos por la universidad, amor… quizá algún estudiante nos siga… Comencemos el movimiento… ¡Levántate amor!, seamos dos para después ser cinco, seamos cinco para después ser veinte… y… ¡Ay!... después de ser veinte no habrá quien nos pare…

¿Sabes lo que dice la tumba de Evita en el Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires? “Volveré y seré millones”

Levanta amor porque hoy necesito una revolución y quiero que sea contigo…